viernes, 21 de marzo de 2008

El mismo sueño

Acabo de despertarme. Madre está cansada, pero ya está anocheciendo y casi no vislumbro sus ojos entre todos los que nos agrupamos aquí dentro. La temperatura ha ido descendiendo desde que partimos, muchos tiritan, menos mal que trajimos ropa suficiente; mi mayor temor no es el frío, soy un muchacho fuerte, mi problema es que no sé nadar. Mi hermano llora, tendrá hambre, ya le dije a Madre que en qué hora se empeñó en traer al niño, no aguantaría y me temo que si no alcanzamos tierra en un par de horas no llegará vivo para entonces. A duras penas me he incorporado y he conseguido sentarme en un espacio minúsculo de la embarcación.
Tengo ganas de llegar. Andawa, el hombre que nos vendió el viaje, me dijo que en la costa me esperarían unos 20, unos 30 hombres ansiosos por encontrar a un joven como yo para trabajar, verán, elegiré entre ellos a uno , trabajaré, y luego conseguiré dinero suficiente para darles una casa a Madre y a mis hermanos.
Esto ha empezado a tambalearse. Hay demasiada oscuridad y el patrón sólo nos grita que nos estemos quietos o comenzará a pegar a la gente. Todos se han callado, pero tiemblan asustados.
Debemos ser unos 70. Hay unas cuantas embarazadas, decía Andawa que ellas corren mejor suerte al llegar, pero ayer murió una. Intentamos ocultar su cuerpo entre nosotros, pero el patrón la descubrió y lanzó el cadáver al agua, Madre lloró de tristeza; hubo hombres que se enfrentaron al patrón, todos nos enfadamos, pero él dijo que tiraría a cualquiera que no le obedeciese y todos callamos de nuevo. Me dio mucha pena, era una buena mujer, pero borré de mi mente todo pensamiento, no quería que ningún fallo me llevase a mí o a mi familia al fondo del mar.
Mi hermano no deja de llorar; todo está oscuro y sólo se escucha su llanto. Sé que el que llora es él porque lo reconocería entre cientos de bebés juntos. El patrón ha gritado que callemos al niño o lo hará él. Creo que es un hombre horrible.
Cada vez hace más frío; ahora tengo miedo a caerme y a tener más sed. Reina el silencio, sólo se escucha como el agua golpea a la barca, me da miedo pensar que pueden llegar olas fuertes, prefiero olvidarlo.
Madre sueña con que mis hermanos vayan a la escuela. Dijo Andawa que allí las mujeres hacen trabajo de hombres, Madre y yo nos sorprendimos al oírlo, pero él dijo que Madre debía quedarse en lo bajo, vamos, que los amigos de Andawa le buscarían trabajo y ahí yo estuve muy atento, no quiero que le hagan ningún daño.
Hay mucho viento y oleaje. Todos tenemos miedo, los pequeños lloran y las madres también.
El patrón grita pero no le escuchamos porque todos están de pie asustados, las olas son cada vez más altas. Todo se tambalea, no veo nada y sólo llamo a Madre, pero es imposible que pueda escucharme. Algo me golpea la cabeza, y caigo al suelo de la barca, mi último pensamiento es que nadie me pise o me lance al mar creyendo que he muerto...
He despertado. Sigue estando todo oscuro. Me alumbra la linterna del patrón y él me grita que me quede sentado. Yo le obedezco, aunque me duele mucho la cabeza. Susurro en voz baja "Madre", pero nadie me responde. Nadie.
Comienza a amanecer. Entre las briznas de luz la busco. Cuento con dificultad, somos 38 personas.
No veo a Madre por ningún lado.
El patrón para la barca. Dice que tenemos que bajar, que no se acercará más a la costa.
EL miedo me corroe, no sé nadar. Intento balbucear palabras pero él no atiende a explicaciones y me empuja al agua.
Lentamente siento como mi pecho se llena de agua, el aire no llega....me ahogo...pienso en Madre, intento rezar por ella...pienso en mi hermano...
He despertado. Una mujer de pelo castaño acaricia mi cabeza. Me habla pero no entiendo lo que dice...intento recordar lo que nos dijo Andawa: "help", "water", "Spain".
Ella asiente, me dice "Si...yes, Spain, esto es España".
Entonces me tumbo... me duele el pecho...cierro los ojos otra vez, me puede el cansancio.
La mujer grita, me zarandea pero no quiero despertarme. Oigo pasos, escucho voces, muchas manos me tocan y me mueven. Pero mi viaje se acaba aquí.



Piénsalo dos veces antes de mirar por encima del hombro a cualquier inmigrante.
Si los españoles tuviesemos que emigrar a Marruecos porque nuestro país fuese pobre y muriésemos de hambre, otro gallo cantaría.
Es muy fácil llamar escoria inmigrante a los demás sentado desde tu trono.
Es muy difícil ponerse en la piel de esas personas.
Abre tu corazón, muévete.
Hoy por vosotros, porque lucháis por un futuro que merecéis tanto como cualquier de nosotros.

Como dice una estrofa de Mägo de Oz :

En nombre de la Libertad,
la fe en uno mismo y la Paz,
quemad las banderas, no a la religión.
y que tu Dios sea canción,
compuesta con el corazón,
y que tu país sea donde te lleven los pies.

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