domingo, 2 de marzo de 2008

"...A tu lado, la vida me sienta mejor..."


Es cómo si debajo de mi pecho temblase todo. Sentada con el bolso entre las piernas veo pasar los mismos árboles, los mismos postes, las mismas paradas y tras 45 minutos de viaje, me levanto.

Los nervios se apoderan de mi corazón y late mucho más deprisa, imparable, sabiendo mejor que yo misma las tremendas ganas que tenemos de verte.

Porque ni él ni yo somos nada sin ti.

Bajo al andén y me pierdo entre la muchedumbre. Camino mirando al suelo, tropezándome entre la gente y subo como un elefante más de la manada por las escaleras mecánicas y antes de llegar a los tornos, levanto la cabeza.

Ahí, entre personas altas y bajas, gordas, delgadas, indias, chinas, africanas, marroquíes, españolas, morenas, rubias, enfadadas, alegres, dormidas, exhaustas...estás tú.

Con tu gesto serio, tu móvil en la mano, tu otra mano en el bolsillo izquierdo, tu chaqueta marrón, tu penetrante mirada, tu pelo revuelto, tu hombro apoyado en la pared, tus piernas cruzadas y al verme, pones una media sonrisa, se te encienden los ojos, te separas de la pared, guardas el móvil, comienzas a andar hacia mí, nos miramos, sonreímos, me dices "Te he echado de menos", y yo me quedo en silencio, mirándote a los ojos, porque me encanta tu mirada oscura, fija, llena de secretos.

Y la estación de Atocha se transforma difusamente en un gran salón con altas paredes, alumbrado por antorchas, con suelo de madera, y yo llevo un vestido largo y granate que brilla como nunca, y tú llevas un traje negro, y bailamos una melodía que sale de ninguna parte, olvidando que decenas de pasajeros nos están mirando, se están riendo, se sorprenden al ver a una joven pareja interpretando el Vals de las flores en mitad de la estación.

Lo que pasa es que ninguno de ellos sabe cuánto te quiero y las ganas que tenía de verte.

Porque ninguno sabe que cada segundo contigo me hace feliz.

Porque como dice Jarabe de Palo "...a tu lado, la vida me sienta mejor".

Porque eres la primera y única persona que me regaló un puñado de estrellas y me dijo,

"¿Cómo puede estar la constelación más bella de todas sin estrellas?"

1 comentario:

Ignacio dijo...

Luego decimos de afortunados, pero tengo para mí que la protagonista del relato también posee alguien a su lado capaz de extraer algo más que una sonrisa, una constelación entera de ellas.

Enhorabuena por el relato. Es de esos que hacen que un día gris tenga algo de brillo. Y eso es más de lo que uno está acostumbrado por estas tierras.

Un abrazo, y ánimos, escritora.

Nacho