viernes, 16 de enero de 2009

En casa y no es de noche


A veces sólo hace falta mirar al cielo sin tener un porqué.
Sonreír cuando te pisan sin querer.
Asentir cuando piropean a una amiga.
No consentir que tu jefe te considere inferior.
No siempre es bueno quién acepta todo.
Sino quién aprende de lo que es dar la mano y que te cojan el brazo.
Las personas que se inventan sus propios horóscopos.
Y se ofrecen a leerte la mano, para besártela por sorpresa.
Ésas son las que dormirán eternamente en los brazos de los árboles,
no debajo de la tierra.
Aprende a valorar, a sacarle partido a un atasco.
No tengas miedo a cantar en medio de un andén semilleno de viajeros.
Házles creer que estás loco.
Y así aprovecha para ser quien no eres, o ser tú mismo cuando la sociedad te impide serlo.
Créete tus propios cuentos,
pero sólo los que tengan finales felices.
Y enciende la luz de la mesilla por la noche,
para que los que no están bajen desde algún lugar,
y te besen en la frente.
A veces sólo hace falta sonreír, abrazar, reír, cantar, bailar...
sin tener un porqué.
Nunca sabes cuándo descubrirás al sol y al cielo haciendo el amor.

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