viernes, 9 de enero de 2009

Nieva

Nieva...
Mientras escribo esto, nieva...
En las calles, en los coches, los tejados, las paredes, en los árboles, las fuentes, en las murallas,
cae la nieve...
Se posa continuamente.
Copos de nata.
Alguien los espolvorea constantemente y caen, ni despacio ni deprisa, girando.
Y desde mi ventana los transeúntes divagan desde sus portales, los valientes caminan rápido y terminan sentados. Los más prudentes abrazan las esquinas y se deslizan cada cierto tiempo, cautelosos.
Los niños prefieren correr algún peligro y corren sobre la capa de nata, dejando bellas pisadas, pequeñitas pisadas.
Todos dejan sus huellas. Nunca se pierden. Así puedes observar cuánta gente recorrió hoy esa acera, cuántos para volver y cuántos para irse.
Es tan bello...
Por un momento el mundo sigue siendo esa esfera natural que no cuidamos como deberíamos.
Por un momento la tierra se desnuda para recordarnos que siempre resucitará del letargo al que la sometemos.
Todo puede morir, ella es eterna.
Y nos alegra los ojos con sus magníficos sucesos. Ya sea lluvia, viento, sol, mar, brisa o nieve, vendaval...
¿No es mágico?
Cuando nieva hasta los hostiles se vuelven dulces poetas.
Y se dibujan ángeles en el suelo y las guerras sólo son de bolas de nieve y los guantes se mojan y las narices se congelan. Y los hijos se sienten padres cuando ponen la bufanda a un muñeco de nieve.
Y los padres se sienten niños.
Y los abuelos recuerdan cuántos años hacia "que no nevaba por aquí, fíjese usted".

Nieve, blanca y pura nieve, azúcar, nata y leche.
Es una de las cosas que me hacen recordar porque amo tanto a este planeta.

1 comentario:

Victor Abarca Ramos dijo...

yo sabía que harias una poesia o un relato corto sobre la nieve. estaba seguro de ello.

he hecho como unas 100 fotos del jardín y de la calle, son geniales! aranjuez hoy estaba precioso.

un beso pequeña