domingo, 9 de diciembre de 2007

Adiós...


De pie sobre el precipicio.

Separé mis labios y dije: "Sabes que lo haré, sólo dímelo y daré un paso hacia atrás"

Pero no dijiste nada.

Y antes de cerrar mis ojos, consciente del final, me giré para mirarte y vi como te ibas caminando ladera abajo.

Y mi pecho se suicidó por dentro, rompiendo mis costillas, arrancando mis pulmones, explotando el corazón, derramándose cada una de mis venas y arterias, desgarrándose los músculos, sintiendo como bajo mi piel moría cada centímetro que un día habitaste.

Un paso al frente.

Y acompañaron mi caída millones de lágrimas que vencían a la gravedad y quedaban suspendidas en el aire, mientras yo avanzaba hacia mi destino.

Sentí cristales.

Sentí mi cuerpo hecho añicos.

Sentí la sangre cubriendo mi cabello.

Sentí el como el aire me abandonaba.

Lo sentí, pero no dolió.

Porque el dolor físico quedó insignificante...cuando mi alma había sido asesinada en vida.

Antes de tomar el último ápice de oxígeno, pensé en ti.

Supe que era mi destino lanzarme al vacío, porque habría sido lo mismo estar sin ti en vida que morir por ti.

Mis ojos murieron abiertos sobre las rocas y marchitándose mi voz se escuchó con el sonido de las olas, un sincero y profundo te quiero, pero tú ya no estabas ahí.











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