sábado, 1 de diciembre de 2007

La nieta del impresor


Es indefinible la sensación que provoca un folio en blanco cuando espera eufórico que tu pluma haga el amor con cada una de las fibras de su cuerpo, y observar después cómo la tinta se hace eterna fundiéndose con la superficie inmaculada del papel, mientras miles de letras nacen de ese amor apasionado y componen palabras que son reflejo de las emociones que encarcelas dentro de tu corazón, esos sentimientos que huyeron a través de tus venas y encontraron una salida en los dedos de tu mano, llegando al precipicio de tus yemas y adentrándose en los labios de la pluma, para besar un cielo que un tiempo antes fue un árbol.

¿Quién soy? La nieta de un impresor. ¿Y quién fue el impresor?

Aquel niño que hacía recados por las calles de Salamanca y rompía sus zapatos golpeando las cañerías que se oxidaban en las paredes, aquel pillo que jugaba con petardos aún sintiendo la quemadura de su brazo, aquel niño que en plena guerra civil escuchaba curioso el sonido de las botas de cientos soldados nacionales cruzando la gran vía salmantina mientras los adultos aterrados le gritaban "¡Niño, vete a casa que caerán las bombas!".

Ese niño de los recados, ayudante de la Imprenta Calatrava que consiguió avanzar la cima gracias a su humildad y constancia, un oficial de tercera, un oficial de primera, un regente de la imprenta...un impresor.

Y fue entre máquinas donde creció, fueron las letras las que le enseñaron a vivir, y fueron las palabras su vida, la profesión más bella, vivir creando palabras, crear palabras para vivir.

Un día se marchó...y antes de emprender su camino hacia ese lugar que flota sobre el aire, trazó bajo mi piel un poema que sólo podría leer si amaba de verdad la belleza de lo simple y sentía pasión por escribir.

"Siempre estaré contigo

he convertido mis ojos en tinta,

mis pulmones en papel,

mis abrazos quedan grabados en tu risa,

mi cariño queda perenne en tu ser,

mi amor por la escritura será tu musa,

y un pedazo de mi alma, la cuna de todos tus porqués"


Entonces comprendí que desde ese instante tenía un camino por delante y un sueño que cultivar, comprendí que no sólo era una niña, era un alma, era una mujer, era la nieta del impresor.

4 comentarios:

Carlitos López dijo...

Espero que la nieta del impresor no deje nunca de recordar a su abuelo...Muy bueno.

Ángela dijo...

Soy A.J. "ANÓNIMO" jejejeje. Desde el primer momento lo supe. Qué puedo decirte que ya no sepas... Ese impresor debe estar muy orgulloso de ti porque tiene una nieta estupenda. No dejes nunca de escribir como lo haces, el mundo necesita gente como TÚ :)

Raulito dijo...

Hola primita,no se como empezar porque esto que acabo de leer me ha emocionado mucho al recordar,una vez más, si me lo permites a "nuestro" abuelo.Desde que aprendiste a escribir sabía que tenias algo especial y con estas palabras lo acabas de demostrar.Pocas personas son capaces de emocionar tanto con “tinta de pluma”como tu lo has hecho conmigo.Gracias por recordarme a ese pedazo de impresor(por supuesto de persona)que tanto nos enseño a todos.Un besazo de tu primo Raulito.

Anónimo dijo...

SIN PALABRAS PERO MUY ORGULLOSA, SOLO PUEDO DECIR TE QUIRO TU TIA E,M,B.