domingo, 9 de diciembre de 2007


Y de repente...sentí el agua salada rozando mis piernas para despertarlas.

No había sangre en mi cabello, ni heridas en mi cuerpo ni fracturas en mis huesos, ni golpes bajo mi piel.

Me levanté y sentí una mano en mi espalda, y otra, y otra, y otra.

Y las olas me trajeron mil millones de motivos para continuar.

Y comencé a caminar por la orilla sintiendo el viento en mi pelo, cerré los ojos y respiré llenando mi pecho de fresca armonía.

Alcé la mirada hacia el precipicio...y sonreí.

Bajé la mirada y os miré a los ojos...y os amé.

Y continué caminando... sin nada más que añadir.

Un nuevo corazón nacía dentro, más duro, menos loco pero al fin y al cabo, un corazón deseoso de ser conquistado.

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