miércoles, 19 de diciembre de 2007

Te amo, como el primer día

Una tarde más, sentada en un banco de madera, deja que su mirada cansada se pierda en los lejanos matojos del parque, con el sonido de fondo de los niños jugando al sol.
El mismo banco donde se conocieron, el mismo libro en sus manos que aquel día intentó acabar de leer, sin éxito. A menos de la mitad del último capítulo un joven se había sentado a su lado y le había pedido permiso para fumar un cigarro y ella se había mostrado indiferente a lo que él hiciese.
¿Es un libro de Baroja? - preguntó interesado agachándose para ver la portada.
Así es, "El árbol de la ciencia" - respondió ella, sin afán de mantener una conversación.
Él se quedó mirándola. Su cabello rubio caía grácilmente sobre sus hombros expandiéndose en alargados tirabuzones y sus labios casi inexistentes dibujaban muecas mientras unos ojos almendrados y grises, lectores impasibles, sobrevolaban palabras sin cesar.
¿Podría saber su nombre? - volvió a romper el silencio del parque.
Por un instante quiso decirle que era un maleducado y que la estaba molestando, y acto seguido irse a un banco lejano, pero al levantar sus ojos encontró una sonrisa pícara sobre la que dos zafiros no perdían un segundo en dejar de contemplarla.
Clara - respondió - y....¿usted?
Antonio, Tony para los amigos - y tras tender su mano en señal de saludo, comenzaron a hablar.
Los minutos se hicieron horas y decidieron verse al día siguiente, a esa misma hora y en el mismo lugar. El banco dejó de ser el único testigo del nacimiento del amor, y llegaron las tardes de cine, los paseos, las meriendas...
Con cuidado abre el libro y se sitúa por el final. Lentamente comienza a leer pero cada 60 segundos interrumpe su lectura para mirar hacia el camino, creyendo ver una figura que se acerca. Continua leyendo y las lágrimas caen sobre el papel mojando las palabras.

"-Ha muerto sin dolor - murmuró Iturrioz-. Este muchacho no tenía fuerza para vivir. Era un epicúreo, un aristócrata, aunque él no lo creía.
-Pero había en él algo de precursor - murmuró el otro médico."


FIN

Cerró con cuidado el libro y se secó las mejillas. Había conseguido terminarlo.
Sus tirabuzones desaparecidos en el tiempo habían dejado sitio para un cabello más corto, menos vivo y cubierto de experiencias grises.
65 años hacía que un joven interrumpió su lectura y le robó el corazón para siempre.
Una semana hacía que ese muchacho, con sus zafiros ya necesitados de anteojos, y su cara de pillo ya arrugada se había ido para siempre.
Dos días hacía que su nieto había encontrado guardado en el armario un libro antiguo y amarillento.
Unas horas hacía que llena de valor se decidió a volver a aquel banco y retomar su lectura, con la triste esperanza de que él apareciese y le preguntase "¿Podría saber su nombre?".


http://www.youtube.com/watch?v=Xb2y_zIoSTA&feature=related
La canción que me inspiró...porque el amor sólo acaba cuando uno de los dos deja de amar, porque cuando la muerte decide llevarse a uno de los dos el amor no acaba, sólo se duerme hasta que vuelvan a encontrarse.

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