martes, 11 de diciembre de 2007

Para quién necesite que le recuerden que es feliz


Acércate y cierra los ojos. Dame tu mano. Aprieta la mía.
Siente cómo tu pulso y el mío se funden, siente cómo bajo este suelo de arena tus problemas se hunden, dejando a tu mente en calma, dejando a tu mente vacía.
Ahora coge aire, todo el que puedas, y deja que de tus pulmones vaya escapando hasta que salte desde tu boca y baile con el agua, y luego mueva mi ropa,

y se mezcle con el que yo respiro.

Abre los ojos. Sigo aquí, sujeto tu mano, no me he ido. Mira el océano, ya es tarde...está dormido.
Deja que los últimos rayos de sol se posen en tu cara e iluminen tu piel, e iluminen tu alma.

A veces la vida no sale como esperabas, pero relájate otra vez, inspira, porque el camino no se cuenta en caídas sino en la profundidad que van dejando tus pisadas.



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